Un consorcio de compañías petroleras, liderado por la estatal argentina YPF SA, está en conversaciones con cinco importantes bancos internacionales para asegurar un préstamo de US$1.700 millones destinado al estratégico proyecto del gasoducto Vaca Muerta Sur, según fuentes cercanas a la operación.
Las entidades financieras involucradas en las negociaciones son Citigroup Inc., Deutsche Bank AG, Itaú Unibanco Holding SA, JP Morgan Chase & Co. y Banco Santander SA.
YPF, que posee un 27% de participación en el proyecto, ya había anunciado su intención de obtener un préstamo sindicado por dicho monto, aunque hasta ahora no había revelado la identidad de los potenciales prestamistas.
El gasoducto Vaca Muerta Sur representa una obra de infraestructura clave para el país, concebida para transportar crudo desde la formación de esquisto de Vaca Muerta, ubicada en el norte de la Patagonia, hasta una nueva terminal portuaria en Punta Colorada, sobre la costa atlántica.
El costo total de la iniciativa se estima en aproximadamente US$3.000 millones, con el financiamiento restante a ser aportado por los demás miembros del consorcio.
Entre los actores principales que acompañan a YPF en esta empresa se encuentran Chevron Corp., Shell Plc, Vista Energy, Pluspetrol SA, Pan American Energy Group (con participación de BP Plc) y Pampa Energía SA. Tanto Shell como Chevron confirmaron recientemente su compromiso formal con el proyecto.
Lograr un financiamiento privado de esta magnitud sería un hito significativo para Argentina, donde en los últimos años los acuerdos de gran escala han sido escasos debido a la inestabilidad económica y las restricciones cambiarias.
El proyecto forma parte del programa RIGI, impulsado por el presidente Javier Milei, que contempla incentivos fiscales, cambiarios y aduaneros para fomentar inversiones estratégicas. Actualmente, el desarrollo se encuentra en sus etapas iniciales, con tareas de acopio de tuberías cerca de los yacimientos de esquisto.
Los impulsores del gasoducto Vaca Muerta Sur lo consideran fundamental para las ambiciones de Argentina de expandir considerablemente sus exportaciones de petróleo no convencional, con la meta de alcanzar el millón de barriles diarios hacia finales de la década y consolidarse como exportador neto de energía.
Se estima que el gasoducto tendrá una capacidad inicial de transporte de 180.000 barriles diarios hacia fines de 2026, con posibilidad de expansión hasta los 700.000 barriles diarios en etapas posteriores.