Se acabó el tiempo de especulaciones y llegó la hora de la verdad para la clase 2025 del PGA TOUR. Una vez más, el RSM Classic funciona como la última parada de un calendario maratónico de 46 torneos, donde se definirá quiénes pasan de grado y quiénes deberán buscar un plan de contingencia. En cuanto caiga el último putt en Sea Island, se repartirán los diplomas en forma de estatus de elegibilidad para la temporada 2026. Si bien gran parte de los 156 jugadores inscriptos ya tienen su futuro asegurado, hay un grupo considerable que llega a Georgia con la calculadora en la mano, confiando en una sesión de estudio de último minuto para salvar un año que, hasta la fecha, no alcanza para aprobar.
Desde su edición inaugural en 2010, el Sea Island Golf Club oficia de anfitrión. Sus canchas, Seaside y Plantation, funcionan como exámenes a libro abierto, compartiendo responsabilidades antes del corte clasificatorio. Pero este torneo no es simplemente otra semana de golf; la presión es palpable en el aire. Convencer a la mente de que es un certamen más es una tarea titánica cuando lo que está en juego es, literalmente, el puesto de trabajo para el año entrante. Nadie quiere jugar bajo la guillotina cada semana, y eso garantiza un domingo cargado de drama, independientemente de quién levante el trofeo.
Los protagonistas y la lucha por el título
En el análisis previo, los favoritos llegan con realidades muy distintas. Vince Whaley, quien encabeza las proyecciones, parece más una máquina que un hombre: el estadounidense de 30 años ha cobrado cheques en 18 torneos consecutivos a lo largo de siete meses. Su reciente T3 en Bermudas confirma que llega encendido. Justo detrás aparece Denny McCarthy, quien, aunque no compite seriamente hace tres meses, sigue siendo considerado uno de los mejores jugadores sin victoria en el circuito. Su consistencia en Sea Island es notable, con tres top 10 en nueve apariciones consecutivas.
Entre las cartas fuertes también asoma el debutante Rico Hoey, quien gracias a un otoño fructífero se ubica cómodo en el puesto 57 de la FedExCup, y el joven Pierceson Coody, un talento de 25 años que llega en gran forma y sin nada que perder. La cuota latina y sudamericana la aporta el colombiano Nico Echavarria. Ubicado en el puesto 6 fue co-subcampeón aquí el año pasado y tiene una oportunidad inmejorable de meterse en el Aon Next 10, aprovechando que rivales directos como Kevin Yu y Wyndham Clark no serán de la partida esta semana.
Otros nombres a seguir incluyen a Mackenzie Hughes, el canadiense que lidera las ganancias históricas del torneo y posee el récord de campo en Seaside, y a veteranos como Harris English y Brian Harman, locales que conocen estos pastos como el patio de su casa. Tampoco hay que descartar a figuras como J.T. Poston, que viene de ganar en Las Vegas, o al finlandés Sami Valimaki, que sorprendió en Bermudas demostrando que su lugar en el top 100 no es casualidad.
La matemática de la clasificación y el futuro
Este año, las reglas del juego son claras y estrictas: solo los mejores 100 en la clasificación de la FedExCup Fall al concluir el RSM Classic obtendrán estatus exento para la temporada 2026. Aquellos que terminen entre el puesto 101 y el 150 tendrán estatus condicional, dividido en categorías que limitarán su acceso a los torneos full-field, aunque mantendrán la exención en el Korn Ferry Tour. Es una línea delgada que separa la tranquilidad de la incertidumbre.
Además, se define el Aon Next 10. Los jugadores ubicados entre el puesto 51 y 60 obtendrán el pasaporte a los dos primeros Eventos Designados (Signature Events) de 2026: Pebble Beach y The Genesis Invitational. Es un incentivo enorme, ya que Maverick McNealy demostró el año pasado cómo aprovechar esta vía para transformar su carrera, terminando 23° en la FedExCup general tras clasificar por esta ventana.
Para aquellos que no logren el objetivo esta semana, el abismo no es absoluto, pero sí peligroso. La última oportunidad para conseguir la tarjeta del PGA TOUR será la etapa final de la Escuela Clasificatoria (Q-School), que se disputará en diciembre en TPC Sawgrass. Allí, solo los cinco mejores —sin empates— conseguirán su membresía, lo que promete un playoff de infarto si hay igualdad en la quinta posición.
Una bolsa millonaria para cerrar el año
Más allá de los puntos y las tarjetas, el incentivo económico sigue siendo un motor fundamental. El torneo reparte una bolsa total de 7 millones de dólares. El ganador, además de la gloria y la exención por dos años, se llevará a casa un cheque de 1.260.000 dólares, lo que representa el 18% del total. Los premios descienden escalonadamente, con 763.000 dólares para el segundo y 483.000 para el tercero, asegurando que incluso un puesto dentro del top 10 sea sumamente rentable para cerrar el año fiscal.
La dinámica del torneo incluye un corte a los 65 mejores y empates después de dos rondas. Quienes no superen esa barrera el viernes tendrán un fin de semana largo para reflexionar y prepararse para la Q-School. Para los que sigan en carrera, las rondas finales se disputarán exclusivamente en el campo Seaside, donde se coronará al último campeón oficial de 2025.